jueves, 15 de septiembre de 2011

Capitulo 47


Me llego una nueva carta de Sancho contándome su aventura en la ínsula. Esta vez no se notaba muy alegre como cuando partió, se encontraba de un muy mal humor y tenía muchísima hambre. Me causo mucha gracia porque se lo que es Sancho con el estómago vacío, no se puede aguantar ni a el mismo. Hoy vio muchísima comida, la boca se le hacía agua y su estómago se le retorcía hasta no poder más, podría haberse comido todo la comida que le pusieron en frente de su nariz, pero cuando lo iba a probar el medico se lo quitaba. Era como si lo estuvieran torturando con la comida. Como todos sabemos Sancho en un comelón, come como si tuviera semanas de no alimentarse. No me quiero imaginar su enojo cuando le quitaban esos deliciosos platos. Enserio a como me lo describió esa comida era exquisita. Era comida que solo un gobernador o alguien de clase muy alta podría comer. No puedo creer que Sancho la haya tenido en frente de él y no se la haya comido toda. Esos platos hubieran quedado completamente vacíos si el doctor no hubiese intervenido. Desde ese momento Sancho estaba bastante indispuesto, lo único que había comido era un racimo de uvas y pan, lo cual no le llenaba ni un tercio de su gran estómago. En mi opinión un gobernador indispuesto no es bueno para nadie, primero porque no se encuentra feliz y si tuviese que tomar una decisión rápido que se le presentase de improviso con el estómago vacío pudiese ser que no tome una muy acertada. Para empeorar su enojo un hombre se le acercó y le pidió dinero lo cual hizo explotar a Sancho

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