lunes, 12 de septiembre de 2011

Capitulo 38


Por fin entro la condesa, por supuesto no entro sola, entro acompañada de doce doncellas. Muy hermosas, no superaban la belleza de Dulcinea ni uniéndolas a todas. Llego y pregunto si yo y mi escudero nos encontrábamos. Nos presentamos de la forma más respetuosa posible. Nos contó su historia, su voz era ronca y para nada femenina. Eso es algo que me encanta de Dulcinea, tiene una voz tan dulce y suave que me cautiva con solo oírla. Es por eso que seguramente mis oídos están enamorados de ella. Le debe de causar un relajamiento total en el tímpano. Escucharla hablar es como escuchar música muy relajante, música que te enamora. Dice la condesa en su historia que había ayudado a una princesa a conseguir el amor de un caballero llamado Don Clavijo. Esta princesa tenía intención de casarse con este caballero. Quiero ser honesto, nunca había escuchado hablar de este caballero que se hacía llamar Don Clavijo. No me da envidia cuando hablar de otro caballero que no soy yo, solamente nunca había escuchado hablar de él. Si fuese un verdadero y reconocido caballero, yo tendría que haber escuchado de él, o leído en alguna de mis aventuras. No se refirió mucho a este caballero solo me dijo su nombre, la princesa se llamaba Antonomasia, pero tampoco me la describió. Ni me interesaba saber sobre esa princesa, ya que yo no ocupo enamorarme de una princesa, solo quiero pensar en una única mujer la cual es Dulcinea. Alguna vez me llamaron loco, pero creo que la única razón por la que alguien me llamaría loco es de enamorado. Estoy locamente enamorado de Dulcinea, absolutamente todo lo tengo que relacionar con ella. Hoy una simple historia no tenía nada que ver, pero no hay forma de sacarla de mi mente.

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