
Por la noche nos llevaron al caballo, algo peculiar nos pasó, tuvimos que taparon los ojos antes de montar al caballo ya que era muy alto. No le vi ningún problema a eso y no iba a causar ninguno tampoco por algo tan simple como taparse los ojos. Me dieron las indicaciones previas, las cuales entendí en la primera explicación. No me gusta que me repitan las cosas dos veces, por eso siempre trato de entender en la primera. Apreté la clavija y el caballo se empezó a mover, podía escuchar a todos despidiéndose. De un momento a entro, salimos disparados del caballo y caímos al suelo. Cuando me quita el vendaje en los ojos me di cuenta que no nos habíamos movido ni un centímetro y todos estaban en el mismo lugar como cuando subimos. Lo único diferente es que había una lanza con un mensaje que decía que yo había vencido al gigante con solo haberlo intentado, es por eso que había roto el hechizo y que también desencantaría a Dulcinea si Sancho cumplía lo de los azotes. Cuando el Duque lo leyó no hizo más que felicitarme y abrazarme, de verdad estaba muy feliz. Sancho aprovecho para contarle a la Duquesa sobre nuestro asombroso viaje. Le conto como las personas se veían muy pequeñas desde lo alto del caballo, pudo comprobar lo grande que es el sol porque estuvo muy cerca de él, también le conto que se habían detenido en la constelación de las siete cabrillas ya que le gustaban mucho las cabras. Aprovecho para contarle que él había sido cabrero. Sancho estaba muy emocionado con el viaje que tuvo hoy, nunca había estado en un lugar tan alto, se sentía el rey, espero que algún día vuelva a sentir lo mismo pero siendo gobernador.
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