
Hoy entramos a esa misteriosa sierra. Era espectacular, podía sentir la brisa pegándome en la cara y ese aire fresco, me dije a mi mismo que si viviría allí, podría vivir hasta los 200 años. Tenía los ojos bien puestos en esa sierra, veía cada detalle de esta, percibía cada olor y sonido. Era imposible ver el final, también lo impedía el sol, que me pegaba en la pura cara. Hoy vi a Sancho con mala cara, supe que le pasaba algo, pero preferí no preguntarle, y que él me lo digiera cuando quisiera. Después de un rato, Sancho me dijo su malestar. Me dijo que estaba arto de mis aventuras y que quería irse a su casa. También me dijo que no podía comprender porque yo buscaba a Cardenio, si el ya no iba a continuar contando la historia que había empezado. No me quise enojar, intente al máximo mantenerme tranquilo, mi única respuesta hacia Sancho fue que no podía dejar que alguien loco como él fuera a decirle mentiras a una reina tan honrada y bella como Madasima. Después de cabalgar un largo rato me detuvo porque tenía que hacer penitencia, imitaba así a Amadis de Gaula, tuve que gritar en lo más alto de una montaña diciendo que estaba haciendo penitencia para mí amada Dulcinea del Toboso. Cuando termine con mi penitencia le dije a Sancho que tenía que ir a pasar tres días con Dulcinea y que le tenía que contar todas mis hazañas en honor a ella. También le di la orden que le llevara una carta a Dulcinea escrita por mi propia mano. Hoy le confesé a Sancho el verdadero nombre de Dulcinea, Aldanza Lorenzo. Apenas Sacho escucho Aldanza Lorenzo empezó a hablar mal de ella y a decir insultos, no pude contenerme y me enojo mucho con Sancho. Tuvimos una pequeña pelea, pero nunca iba a dejar que hablaran mal de mi amada Dulcinea. Cuando se se nos bajaron los ánimos, empecé a escribir la carta que Sancho le iba a entregar a Dulcinea. Se la entregue a Sacho para que montara en Rocinante y se la llevara. No estaba para nada a gusto con la orden que le di.
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