domingo, 23 de mayo de 2010

Capitulo 23


Estábamos durmiendo, tuve pesadillas, seguramente porque no se me había ido la cólera que tenia contra esos presos que nos robaron. Justo cuando estábamos durmiendo le robaron el asno a Sancho. Por dicha no robaron a Rocinante, estoy seguro que los presos no eran capaces de hacerme eso a mí, por una única razón, que soy un caballero y los caballeros se respetan. Sancho estaba muy triste porque había perdido a su asno. Para que estuviera tranquilo le dije que le iba a comprar cinco asnos. Entramos a una agosta sierra en busca de aventuras. Después de la mala suerte de Sancho nos encontramos una maleta, tenía un libro y una bolsa con un montoncito de escudos de oro. Leí unas cuantas páginas de ese libro y me pareció muy interesante, también me interese por el dueño de ese libro. Fuimos a buscarlo a la angosta sierra. Después de un rato encontramos a un cabrero que nos conto todo lo que sabía sobre ese misterioso personaje. Nos dijo que era un hombre que era loco por momentos, pero a veces estaba normal y cortes y en otras se comportaba brutal y loco. El y unos amigos lo habían llevado a la villa de Almodóvar para que lo curaran y también para que el cabrero y Don Quijote se pudiesen informar de quién era ese misterioso hombre. Porque siempre me intereso de la gente misteriosa, y no pensaba descansar hasta conocer a ese hombre que decían que a ratos era loco y en otros momentos cortes. Hice una buena conexión con ese cabrero, me pareció un hombre muy amable y me di cuenta que quería ayudarme.

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