
Sancho se estaba empezando a molestar de todas nuestras desventuras, y lo único que me decía era que todo era mi culpa y que él no tenía nada que ver con nuestra mala fortuna. Me dijo que era el culpable por haber comido pan, recordé de mi promesa e inmediatamente tuve que pensar alguna excusa. Lo primero que se me vino a la mente fue decirle que el también tuvo la culpa por no recordármelo. Seguimos cabalgando y se hizo de noche, pasamos por un lugar que los arboles tapaban la luna, eso hacía que se viera muy oscuro, justo en ese momento vi unas luces que se acercaban donde nosotros estábamos. Al hablarles una de las mulas se asusto y provoco la caída del montador. Me enoje mucho porque no me quisieron responder, por esa razón tuve que acudir a la fuerza y le puse mi lanza en el cuello al hombre que estaba en el suelo y le pregunto por segunda vez que de donde venia. Con mi reojo vi que Sancho se estaba robando un poco de comida que se había caído de la mula. No le dije nada porque me dio lastima, con algo tiene que llenar esa gran panza me dije. Sancho me presento ante los monjes, y dio las explicaciones de porque estaba tan flaco y no tenia muelas. Nos despedimos y nos dirigimos directamente a comer, mi estomago y el de Sacho tenia retorcijones a cada instante.
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