
Después de quedar satisfechos de comer, emprendimos nuestro viaje camino arriba de la montaña. No teníamos idea de dónde íbamos solo cabalgábamos sin parar. Era muy de noche y no veíamos absolutamente nada. En ese momento sentí lo que puede sentir un ciego. Me sentí inseguro pero era mi obligación continuar. Se escuchaban unos ruidos muy fuertes, debido a la pésima visibilidad no pude saber que era. Me sentía muy tranquilo y no tenía miedo. Le ordene a Sancho que se quedara en el lugar que estaba durante 3 largos días, y si al 4 día no regresaba que se fuera directamente donde mi amada Dulcinea y le contara sobre mi muerte honoraria. Cuando le dije esto a Sacho empezó a llorar, su llanto toco mi corazón porque lo consideraba mi mejor amigo. Tuve mala suerte y Rocinante no quería cabalgar. No estoy seguro si los caballos ven de noche pero la noche de ayer no quiso caminar. Me espere al día siguiente a ver si quería caminar. Durante la noche le pedí a Sancho que me contara una de sus historias que a el le gustaba contar. Empezó a hablar sobre un cabrero pero no termino porque se oían demasiados ruidos extraños. Al amanecer salimos para ver que eran los ruidos extraños que escuchábamos la noche de ayer. Vimos unas casas mal hechas, me acerque y cuando me di cuenta de lo que era el ruido agache mi cabeza. Oí una risa burlona de Sancho y provoco que termináramos discutiendo toda la noche
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