
Me desperté este mañana empapado en sudor, tenía miedo, hasta que me di cuenta que había despertado de un sueño muy peculiar. Me soñé que estaba luchando contra unos enemigos, no eran tantos como los gigantes pero si estaban bien entrenados y me estaba costando derrotarlos. En un momento de mi sueño pensé que iba a quedar tan golpeado como en mi lucha pasada. Me dieron ganas de hablar un poco de caballeros, entonces empecé a hablar sobre libros de caballería, mi gran afición. Al parecer al cura y a mi ama de llaves que podía tener unos cuarenta, pero nunca había tenido la delicadeza de decirme su edad, no les gusto mucho la idea de oírme hablar sobre libros de caballería. Para disimular su mal gusto por mis historias me dieron de comer y me acostaron de nuevo. Yo me di cuenta que me hicieron eso para que me callara, pero no hice ningún alboroto porque apenas estaba recuperado mis fuerzas y mi mente. Hoy en la mañana fui a buscar un libro de caballería pero en la entrada de mi preciado santuario estaba un muro que no me dejaba entrar. Simplemente lo ignore porque no quería molestar a la ama de llaves que seguramente estaba limpiando o haciendo algún cambio en mi casa. Por cierto que un reacomodo no le haría malo, hace tiempos que no muevo nada en mi casa y ya me aburre ver siempre igual la casa. Después de un tiempo se me fue la paciencia y le fui a preguntar a la ama y a mis amigos que donde estaban mis libros y porque no podía entrar a mi biblioteca. Me dijeron que había sido un mago, entonces supuse que me los cogió prestados y que me los devolvería pronto, bueno eso espero. Me tardo quince días buscar un escudero y conseguir el dinero suficiente. Durante este tiempo empeñe unas pertenencias que ya no las ocupa y en ese trascurso de tiempo me encontré a un pobre hombre llamado Sancho Panza, me pareció un hombre honesto y pacifico. Así que le ofrecí algunas islas que tengo pero le dije que solo las obtendría si me acompañaba en mi aventura. Me marche cuando apenas estaba cayendo la tarde con Sancho, durante el camino le describí las islas de las que él iba a ser dueño. Estaba fascinado y me dijo que haría todo lo posible y que me sería muy fiel para poder conseguirlas.
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