
Hoy me levante con una emoción inexplicable, me sentí un verdadero caballero, pero sentía que algo me faltaba. No me sentía tan cómodo como cuando me fui a dormir la noche de ayer. Lo que me faltaba lo recordé a los pocos minutos de haberlo pensado, veo que todavía no me funciona mi cerebro. Lo que quería era que me armaran caballero, para eso ocupaba muchos requisitos fundamentales, para poder elaborarlos ocupaba la ayuda del ventero, inmediatamente me fui a conversar de caballero a ventero. Y le pedí que me nombrara caballero, y le di todas las indicaciones para que no faltara ni un solo paso. Por supuesto le puse algunos requisitos que no puedo dejar pasar, si los hubiera dejado pasar no me hubieran armado caballero correctamente. Lo primero que le dije en nuestra conversación fue que para este nombramiento debía poner las armas a velar en una capilla, pero me lleve la gran desilusión que allí no había ninguna capilla, en ese instante pensé que mi plan y toda mi aventura iba a caducar. Rápidamente se me vino la genial idea de ponerlas en patio para velarlas, no era lo mejor pero era aceptable. Yo tenía la obligación como caballero que soy de permanecer vigilándolas durante todo el día para que no se las robaran y si alguien se acercaba a ellas para intentar robárselas debía protegerlas a muerte. Al poco tiempo te estar ahí se acercaron dos hombres que para mi gusto eran unos estúpidos, querían robarse mis armas delante de mi persona, seguramente pensaron que era loco o algo por el estilo. Ya estaba a luchar contra esos sin vergüenzas, y otra vez apareció el ventero como por arte de magia y puso paz. Me costó un poco calmarme porque si hay algo que me altera es que no me respeten como caballero que soy. Después me nombraron caballero de la formar tradicional, en ventero me dio dos toques con la espada en mis hombros, tuve un sentimiento de felicidad, en ese preciso momento me sentí un caballero de verdad. Después note que las mujeres de ayer estaban cerca y muy sorprendidas, y para variar se acercaron y me ofrecieron su servicio por vida, en ese instante mi ego subió al tope. Me sentí un caballero con suerte, y también un caballero muy cansado por eso me fui a dormir. Ya había decidido en el trascurso del día que mañana iba a partir de la venta en busca de nuevas aventuras.
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