
Todavía no ha salido el sol por estos lados, hace un frío rico, especial para cabalgar. Ya preparé a mi hermoso Rocinante y esta lista para acompañarme en esta aventura. Me siento un poco nervioso al igual que noto a mi caballo nervioso también, seguramente se le pasará cuando vuelva a acostumbrarse a no estar echado en un establo. ¿Qué me puede pasar en el camino?, ¿Moriré?, ¿Seré recordado como un caballero grandioso?, ¿O voy a ser uno de esos caballeros que fracasa en sus aventuras? Todas esas preguntas pasaron hoy por mi mente cuando apenas estaba empezando a salir la luz del sol. No puedo negar mi preocupación, y mi molestia conmigo mismo por no tener ni una sola arma blanca, como leí en mis novelas que todo caballero tenia arma blanca y yo no tengo ni media llegue a la conclusión que soy un fraude de caballero. Bueno en realidad me considero un buen caballero a pesar de todo. Tengo nombre tengo un caballo y una doncella que me espera. No tengo las mejores armas pero tengo el espíritu del mejor caballero que se haya visto en este mundo. Hoy imagine que pasaría si mi nombre saliera en todos los libros, si fuera el caballero más famoso y reconocido, una inspiración, un héroe o sencillamente alguien espectacular. Que todo el mundo pudiera ver por las cosas que pase mis hazañas mis logros, mis triunfos y como van a faltar las luchas contra otros caballeros. Con solo pensar y cabalgar un poco ya oscureció, seguro de tanta emoción y preocupación a la vez, el día se me paso muy rápido. Mi problema era en donde iba a pasar la noche, por suerte vi una venta que parecía cómoda y cumplía con mis expectativas. Mi sorpresa fue que en esa venta se encontraban dos mujeres hermosísimas, no tan hermosas como mi Dulcinea del Toboso por supuesto. Como caballero que soy sentí la responsabilidad de piropearlas y alabarlas, note una risa en ellas seguramente se enamoraron de este caballero tan apuesto que les hablo. Pero ya en un punto me moleste de sus risas, por suerte llego el ventero y me ofreció una comida exquisita, estaba deliciosa como que ese ventero sabía que me estaba muriendo de hambre. Sin dejar pasar que ya tuve mi primera aventura en dormir en un lugar completamente desconocido para mí, pero tuve la dicha de haber sido bien aceptado, en un momento de la noche me sentí un caballero muy privilegiado. Comí hasta no poder más, deje a Rocinante en su lugar y me fui a dormir. La cama estaba un poco dura pero me tomo unas horas en acostumbrarme. Mientras no podía dormir no pare de pensar en la aventura que me tocara enfrentar la mañana siguiente.
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