miércoles, 14 de abril de 2010

Capitulo 5


Me sentía débil en ese momento, justo después de pelear contra esos gigantes, no soporte, me siento débil y frustrado. Me dejaron mal herido, y tenía que cargar todo el peso de mis armas. Que irrespeto y desconsideración hacia un caballero como yo. Para lo único que tenía fuerza y lo único que estaba en mi cabeza, además de una furia inmensa hacia esos diez gigantes, era que recordaba un libro que había leído ya hace algún tiempo y empecé a decirlo en vos alta. Sentí la necesidad de hacerlo, en cierto modo me aliviaba un poco el dolor. Gracias a Dios paso alguien que me reconocía, me reconoció por Quijana no por Don Quijote, pero en ese momento no tenía tiempo para explicarle y contarle mi nuevo nombre solo quería levantarme. Me ayudo a levantarme y me cargo las armas en mi caballo. De lo que me acuerdo por ahora es que ese hombre me hablaba y yo no le entendía ni una sola palabra, todo me pareció absurdo, entonces para disimular mi mala compresión le dije algunos versos que tal vez le podían interesar, se los dije varias veces por si no le quedaba claro en las primeras. En ese momento solo podía hablar de libros, seguramente mi cabeza se había golpeado. Las únicas posibilidades son contra mi propia lanza o tal vez por haber recibido diez golpes seguidos a la vez, dos me golpearon en mi cabeza y creo que ahí fue donde perdí mi memoria, otros dos en mi estomago, y cuatro en mis piernas seguramente por eso no me puedo poner de pie yo solo. Se me había olvidado todo por un momento solo me quedo lo imposible de olvidar, los libros, esos increíbles libros, que jamás olvidaría ni aunque me golpeen cien de esos gigantes que me golpearon hoy. En algún momento tenía que tener mala suerte, y la tuve hoy, cuando el hombre me llevo a la casa teníamos las ilusión de que nadie se diera cuenta pero para mi mala fortuna en ese momento estaban mi mujer, mi sobrina, el cura y el barbero. Tuve que decir la verdad de lo que me paso, lo dije de la forma más clara y sencilla que pude, no pude soportar la furia de diez gigantes que me golpearon hoy, las razones no las sé, pero lo que si se buen bien es que fueron gigantes, y fueron diez para que no me faltara ni un solo puñetazo en mi cuerpo.

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