
Un medico llego a visitarme y revisar mi estado de salud. Me pidió que me confesara para sí estar libre de cualquier pecado. Escuche la mala noticia de que me quedaban pocos días de vida. Fue como si una lanza atravesara mi pecho. Sentí frio y temor algo que los caballeros como yo no suelen sentir muy a menudo. Volví a mi cordura, critique fuertemente el libro de Avellaneda. Lo último que recuerdo haber dicho fue unas palabras a mi sobrina. “Por favor no te cases con un hombre que conozca las novelas de Caballería, ya que estas te llevaran a la locura.”
¿Qué podría decirte más que has dejado en evidencia tu talento? Has hecho un trabajo hermoso, has dejado claro tu estilo personal, has descrito este largo viaje con humor, reflexión y serenidad. Espero que también hayas comprendido la grandeza de ser un caballero en todo, con los más débiles, con los más fuertes, con los ignorantes y los sabios, con los jóvenes y los viejos. En el largo camino de la vida, consigue siempre el equilibrio de los caballeros andantes, cuyo más profundo compromiso es con la verdad y la justicia. Buen viaje.
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