domingo, 20 de febrero de 2011

Capitulo 20


¡Qué sorpresa! Algo que veo con frecuencia. Me levanto, y mi fiel compañero Sancho en su sétimo sueño. Ronque que ronque. ¿Cuándo será el día que yo me levante y el este completamente listo esperándome para zarpar? Para serte un poco sincero, eso lo feo muy pero muy difícil. ¡Pero claro! El muy vivo se Sancho, se levanto en un dos por tres a penas sintió un pequeño olor ha comido. No le voy a mentir, ese olor era delicioso. Como caballero, mi nariz ha mejorado el día con día, puedo decir que tengo un olfato como de un “Beagle” cazador. De esos olfato que no suelen fallar nunca. Y que suerte fue a tener ese comelón de Sancho. En muy confianzudo pero arriesgado se fue a hablar con el cocinero. Pero en la vida el que no intenta nunca logra nada. Y ese día Sancho topo con su día. El destino y la suerte le sonrieron. El cocinero tenía que ser un hombre hecho y derecho, y de un corazón dulce. Bueno, ¿quién no va a tener un corazón dulce, si ve a un semejante gordito con hambre? Sancho le pidió si le podía regalar algo, y este en vez de darle algo, le dije que cogiera todo lo que gana le diera. No me quiero ni imaginar lo que pudo sentir Sancho. Estoy seguro que por un momento pensó que el cocinero era San Pedro. Y estaba a punto de comer el manjar de bienvenido al cielo. Yo controlo mi estomago, el no me controla a mi por supuesto. Con los años de andar en estas aventuras mi estomago se ha adaptado correctamente. No quise ver a Sancho comer, para no antojarme. Pero estoy un cien por ciento seguros que se estaba abotagando. Por mi parte, yo me estaba divirtiendo con las danzas y bailes que animaron la noche de ayer.

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