
Pues sí, hoy fue un día más, una aventura más y algo nuevo que contar. Con seguridad puedo decir que soy el caballero más feliz que habita en este planeta. Como siempre digo, me encantas las aventuras, y siempre tengo que efectuar alguna. Cuando íbamos de camino a un lugar sin destino, nos encontramos a dos estudiantes. Los chicos parecían buenos muchachos. Sus ojos me decían cosas buenas. Tuvimos una pequeña charla, que basto para que se dieran cuenta de la clase de persona que soy. Tanta confianza les di, que hasta me invitaron a una boda. Algo si les digo, ni la menor idea de quienes se iban a casar. Pero con humildad digo, que para esa pareja yo iba a ser la sorpresa más grata que iban a recibir. La chica se llama Quiteria la Hermosa. Eso ultimo obviamente mi hizo recordar a mi Hermosa Dulcinea. Cada vez que escucho esa palabra ella viene a mi mente. Pobre Dulcinea, estoy seguro que también debe de sentir lo mismo o algo peor. Pero estoy muy tranquilo porque sé que el destino algún día me unirá con ella. Lo que me motivo aun mas es cuando me dijeron esto que les voy a contar. Y juzguen ustedes mismos si no pensarían exactamente igual a mí. Ese par de estudiantes me hablaron de una tercera persona. Pues sí, ese tercero era un chico que estaba enamorado de Quiteria, pero el padre de la chicha no les permitía casarse. Cuando escuche esas palabras, fue como si se me encendiera un bombillo en mi cabeza. Sabía que debía a estar allí. No me lo perdería por nada del mundo. Tengo un dicho muy mío que dice así: “Un verdadero Caballero, siempre está en el lugar adecuado y en el momento justo”. Llegamos a la boda. Y para mi sorpresa lo primero que escuche fue un montón de instrumentos. Me disgusto, y me quito todas las ganas que tenia. No quise entrar, y como caballero que soy decidí pasar la noche al aire libre. Esa es otra cosa que me pone feliz. ¡El aire libre! ¿Cómo voy a preferir estar en una cama, que estar en esta belleza, dígamelo usted?
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