
Seguramente al igual que me paso a mí, todos los del castillo se despertaron al escuchar el canto. Cuando me di cuenta ya dos mujeres del castillo estaban despiertas. Uno lo reconoció y lo llamo Don Luis si no me equivoco. Con lo que pude ver en sus ojos esa mujer estaba enamorado de ese hombre. Estaba o se enamoro en ese momento con su canto. Después el muchacho se entero que la mujer se había ido, y fue él, el que la busco. Por cierto es bien colmilludo porque la siguió y le cantaba. También dijo que le iba a cantar todas las noches los poemas que el mismo escribía pensando en ella. La amiga de la chica estaba muy nerviosa no tengo idea porque. Hoy cuando estaba velando por la seguridad de mis amigos me hicieron una broma. Claro que se las voy a contar. Mientras estaba distraído cuidando el castillo por una rejita de oro me llamaron por mi nombre. Cuando me fije me di cuenta que daba con el cuarto de la hija del rey. Supe de inmediato que la hija del rey no se había resistido y que ya me quería para ella. No le permití que me digiera nada, y le puse el límite de una vez. Le deje claro que yo haría todo lo que ella me pidiera menos entregarle mi amor. Lo único que quería esa pobre mujer de mi era mi mano, si, mi dulce mano para consolarse y darle un poco de amor. Se la di con muchísimo gusto y le dije que esa mano había luchado y derrotado a muchos monstros. Lo que yo no sabía era que esa mujer me estaba dando una broma y lo único que estaba haciendo era atándome la mano a un cerrojo de la puerta del pajar.
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