martes, 17 de agosto de 2010

Capitulo 44


Al amanecer fue cuando me di cuenta que estaba atrapado. Me habían jugado una broma de muy mal gusto. No lo podía creer que una simple niña le hiciera esa clase de broma a un hombre tan recto, y que se merece tanto respeto como yo. Me dolía demasiado, todo mi peso estaba guindando de mi pobre mano. Me chimaba y me dolía demasiado. Después de gritar tanto, la mujer decidió soltarme. Cuando me solo, por supuesto que me caí. Y eso no fue lo peor, cuando caí estaban al frente mío el ventero y los cuatro jinetes. Esos jinetes venían en busca del chico que se había ido días atrás en busca de la muchacha. Lo recordaba como el chico que cantaba y que me alegro mientras cuidaba el castillo. Después hablaron entre el padre de la mujer y el chico y llegaron a un acuerdo. El muchacho le manifestó su gran amor hacia su hija y el padre acepto. Después se fueron todos juntos a Andalucía. Los otros se fueron a hablar con el padre del muchacho para ver si él estaba conforme. Después apareció el hombre que no tenía muy buena relación con mi amigo Sancho. Tanto es el odio que le tiene que se le tiro encima y empezó a decirle ladrón y muchas otras cosas. Cuando vi a Sancho defender su honor como lo defendió hoy. Me vi en la necesidad y en la obligación de nombrarlo como caballero en la primera oportunidad que tuviera. Todo el día se perdió en la discusión. Simple por cierto. Para mi gusto muy tonto. Todo se trataba si el yelmo de Mambrino era yelmo o una simple bacía como afirmaba el barbero.

Capitulo 43


Seguramente al igual que me paso a mí, todos los del castillo se despertaron al escuchar el canto. Cuando me di cuenta ya dos mujeres del castillo estaban despiertas. Uno lo reconoció y lo llamo Don Luis si no me equivoco. Con lo que pude ver en sus ojos esa mujer estaba enamorado de ese hombre. Estaba o se enamoro en ese momento con su canto. Después el muchacho se entero que la mujer se había ido, y fue él, el que la busco. Por cierto es bien colmilludo porque la siguió y le cantaba. También dijo que le iba a cantar todas las noches los poemas que el mismo escribía pensando en ella. La amiga de la chica estaba muy nerviosa no tengo idea porque. Hoy cuando estaba velando por la seguridad de mis amigos me hicieron una broma. Claro que se las voy a contar. Mientras estaba distraído cuidando el castillo por una rejita de oro me llamaron por mi nombre. Cuando me fije me di cuenta que daba con el cuarto de la hija del rey. Supe de inmediato que la hija del rey no se había resistido y que ya me quería para ella. No le permití que me digiera nada, y le puse el límite de una vez. Le deje claro que yo haría todo lo que ella me pidiera menos entregarle mi amor. Lo único que quería esa pobre mujer de mi era mi mano, si, mi dulce mano para consolarse y darle un poco de amor. Se la di con muchísimo gusto y le dije que esa mano había luchado y derrotado a muchos monstros. Lo que yo no sabía era que esa mujer me estaba dando una broma y lo único que estaba haciendo era atándome la mano a un cerrojo de la puerta del pajar.

Capitulo 42


Hoy justo después de que el hombre terminara su relata llego a la venta un coche. Desde que lo vi supuse que tenía que ser se alguien poderoso. Nunca llegaría a tener la fama que yo voy a tener en pocos años, pero por lo menos tiene que ser un hombre conocido. Su nombre era Oidor y venía acompañado nada más y nada menos que por una hermosa doncella de dieciséis años. Era preciosa, el pelo fue lo que más me cautivo. Pero me tuve que controlar porque un amor me estaba esperando. Intente actuar lo más normal posible, y no demostrarle ningún signo de debilidad hacia esas dos personas. El cautivo se quedo asombrado cuando vio al hombre y a la joven. Se empezó a poner pálido y no hablaba. Después hablo y me di cuenta que ese hombre era su hermano y que la bella mujer era su hermana. Y que bella hermana tenía ese hombre. Después Oidor y su hija se fueron a Sevilla y entando allí iban a avisar para que asistieran al bautizo y a las bodas de su hija. Todos se fueron a la cama menos yo. Tome esa decisión porque debía de hacer guardia al castillo para que nadie se acercara a hacerle algo mal al castillo. Eso era lo que decía mi corazón. Justo antes de que amaneciera escuche a un mozo que cantaba. Su voz era espectacular, encantaba a todo aquel que lo escuchara. Me alegro la mañana. Lo escuche en silencio y con mucha tranquilidad.

lunes, 9 de agosto de 2010

Capitulo 39,40,41


Hoy tuve la gran dicha de escuchar al cautivo contarnos su trágica pero inspiradora historia sobre su vida. Por supuesto que le agrega un tono de voz sentimental no sé exactamente la razón del porque, pero si se hubiera dedicado a la actuación seria uno de los mejores. Primero empezó a hablar de su padre. Ese cautivo parecía a García Márquez en sus momentos de inspiración. No lo describió totalmente. De pies a cabeza y nos dijo cualquier detalle insignificante sobre él. Prácticamente fue como leerse una bibliografía de su padre. Nos conto como fue la forma en que el padre dividió la hacienda. Primero que todo nos dejo claro que la dividió en tres partes. De esas partes le tocaba una al, y las otras para sus tres hijos. La idea del padre era que se dedicaran uno a las armas, otro a las letras y el otro al comercio. Aquí es donde entra la actuación a escena. El cautivo me conto que él era el que se había encargado de las armas. Claro que el negocio de las armas es un poco arriesgado pero el decidió jugarse el chance. Nos conto de sus viajes y aventuras. Pero su voz cambio totalmente cuando nos conto que en uno de sus muchos viajes fue apresado y se convirtió en cautivo por el rey de Argel. Sentí lastima por él, porque mientras nos contaba, se le salían lagrimas por los ojos. Le tuvimos que dar un espacio porque no pudo seguir contándonos sobre su historia. Seguramente fue por un poco de aire para recuperarse y luego volvió. Nos conto que cuando fue apresado recibió por una ventana de la cárcel dinero, y una carta de una mujer que le decía que quería fugarse con él y casarse con él. Nos conto que cuando el leyó esa carta quedo en shock total. No sabía si creerlo o si pensar que era una broma que le estaban jugando. Se preguntaba que quien podría ser esa mujer. Gracias al dinero que le dio la mujer puso escapar de la cárcel. Luego con unos amigos fue en busca de ella y allí fue donde consiguieron el tesoro que contenía escudo de oro. Después de pensar que todo se le iba a bajo de un giro de 360 grados y todo le empezó a salir bien de nuevo. Nos conto muchas aventuras después de haber encontrado el tesoro pero en este momento no las puedo recordar. La única que quedo en mi memoria fue que dijo que perdió gran parte del tesoro de camino a Mallorca. Me recuerdo bien porque cuando lo dijo lo dijo llorando y riendo a la vez. Me causo mucha gracia. La historia termino cuando me conto que consiguieron llegar a las montañas Leonesas. Junto a su amada por supuesto buscaron si todavía sobrevivía alguno de sus parientes. Para serte honesto, ya estaba cansado de oír a ese cautivo. Me conto toda su vida, sus tristezas, y sus emociones. Tengo demasiados problemas como para estar oyendo problemas de otros, pero por lo menos me entretuvo un buen tiempo.

martes, 3 de agosto de 2010

Capitulo 38


Hoy se me vino a la mente un tema que siempre anda rodando por mi cabeza, y nunca me he detenido por un momento a pensar bien en ello. Es sobre los soldados. Nunca es sido capaz de entenderlo. No los entiendo porque no es posible que sea la persona más pobre que hay en el mundo y tiene que sobrevivir con los mínimos recursos existentes y a pesar de esas dificultades consigue salir bien librado en situaciones dificultosas. Me parece absurdo que el soldado es el que da la vida en la guerra. Y nunca recibe ningún premio o fama alguna. Nunca en toda mi vida he escuchado hablar de soldados famosos. En una guerra los que luchan y mueren son los soldados, pero no les basta para ser recordados. Nunca entenderé como se puede ser soldado si un letrado trabaja menos que un soldado y obtienen más recompensa que ellos. Son mucho más importantes los letrados porque son los encargados de la ley. Sin ley no se podrían defender los reinos, no habría seguridad y la gente no podría salir a las calles tranquilas. Aunque eso a mí no me afecta en lo más mínimo porque yo sé cómo defenderme. Pero no tengo necesidad de defenderme porque por ser caballero me respetan. Cuando termine de expresar todo lo que yo sentía el cautivo dijo que ahora él iba a decir el verdadero discurso. No me pareció el mejor modo en el que lo dijo pero esto fue lo que dijo….

Capitulo 37


Continúe viendo por un largo rato. Para ser verdad me intereso mucho. Sentí que estaba viendo el desarrollo de una novela. Veía la cara de Sancho, y tenía que taparme la boca para que no me oyera cuando me reía. Era una cara de un pobre ilusionado, que pensaba que la mujer que tenia al frente era una princesa. También pude notar un poco de celos hacia Fernando. Se dio como una lucha por ver quién conquistaba primero a la dama. Gracias a Dios yo tengo una mujer solo para mí y no tengo que competir con nadie porque yo se que ella me está esperando, y que no hay hombre que se compare a mi persona. De algo estoy totalmente seguro, y nadie me va a hacer cambiar de opinión. Dulcinea está profundamente enamorada de mí. Eso lo sé porque lo siento en lo más profundo de mi corazón. Y cuando algo se siente profundamente en el corazón es porque tiene que ser cierto. Al contrario de Sacho, que cada vez que se encuentra al frente de una dama empieza su lucha para conquistarle. Pero siempre es el mismo resultado, es pobre gordo es rechazado. Aunque sé que soy un caballero que toda dama desea, siempre intento mantener mi posición más acertada. Si yo quisiera podría ir a un pueblo y levantarme a mujer que yo quiera. Pero ese no es mi estilo. Guardo todas mis fuerzas y todo mi amor para mi única mujer. Logre ver por unos segundos al ventero. Ese hombre no podía ocultar su sonrisa. Esa sonrisa no era provocada solo por felicidad, desde el primer momento supe que estaba tan feliz porque su venta estaba llena y eso significaba dinero. Al único que vi un poco triste y no tan feliz fue a mi pobre amigo Sancho. Unas horas después hable con él para intentar ayudarlo. Solo me costó unas palabras de inspiración y apoyo para ponerlo de buen humor. Le conté mi aventura con el gigante, porque este Sancho que seguramente estaba pensando en otra cosa me salió con algo de vino tinto. No estoy seguro si estaba un poco borracho, pero si fuera así me parece muy absurdo que tenga que tomar para tener el valor de hablarle a la mujer de la venta. Sancho estaba hablando conmigo en mi habitación, pero finalmente me decidí y salí. Baje donde se encontraban todos y quise hablar con la mujer. Con el mayor respeto posible por supuesto. Después el hombre que se hacía llamar por Fernando me invito muy amablemente a su casa. No tengo ni la menor idea con qué intención, pero espero que no sea para algo malo.

Capitulo 36


Hoy estaba tranquilo en mi habitación en mis 3 minutos de silencio. Todos los días acostumbro a hacer tres minutos de silencio. No había llegado ni al segundo cuando entro Cardenio pegando gritos a llamarme. Lo único que paso por mi mente fue que Dulcinea estaba afuera preguntando por mí. Pero ese pobre estaba tan alterado que no le salieron las palabras de su boca y no fue capaz de decirme absolutamente nada. No sé si fue que recordó quien era, pero hizo un gesto como si se le hubiera iluminado el bombillo. Salió de mi habitación, no tiro la puerta más duro porque no se podía. Estaba emocionado, nervioso o yo que se pero ese hombre no se encontraba en su mejor estado de ánimo. No quería salir de mi habitación, pero fui muy inteligente. En vez de quedarme en mi habitación sin darme cuenta de nada, vi todo lo que pasaba por una pequeña rejita que había en mi habitación. No lograba ver bien la cara de esa mujer pero de algo estaba totalmente seguro apneas la vi, no era mi amada Dulcinea. Eso no quito mi interés y como un tigre cazando, me quede ahí quedito solo a escuchar y a ver. Cardenio empezó a hablar con esa mujer. Hablaba con ella como si fuera su amiga del alma. No escuchaba lo que hablaban. La verdad no es de mi incumbencia, pero me hubiera gustado escuchar. No soy del tipo de hombre que hacen llamar por “vino” o entrometido pero siempre me gusta estar al tanto de todo lo que pasa a mí alrededor.