
No podía estar más contento. Cuando gano una batalla, lo puedo negarlo mi orgullo mejora. Soy un caballo y los caballeros somos humillados si perdemos una pelea. Si mal no recuerdo nunca he sido humillado y espero nunca serlo. La última batalla no fue la excepción. Hoy encontré a un hombre sobre una yegua. Le propuse que me acompañara en el camino. Puedo defenderme solo por supuesto, solo que me dio un poco de lástima que ese hombre tuviera que irse solo. Uno nunca sabe que se puede encontrar por esos caminos misteriosos. Para no aburrirlo le conté mis aventuras. Ese hombre no pudo sentirse más afortunado. Se lo vi en los ojos. Estaba muy contento, seguramente se sentía sumamente seguro. Bueno, ¿quién no se sentiría seguro con un caballero? Pregunta estúpida, un caballero es el mejor protector que alguien podría tener. Y uno como yo, bueno mil veces mejor. Un tal Miranda, es lo único que recuerdo de su nombre. Me dijo que era rico, desde que escuche eso no me convenció mucho. No me considero un caballero creído, pero ese hombre no tenia para nada los pies sobre la tierra. Si uno es rico, no es bueno andarlo divulgando, y menos diciéndolo a personas desconocidas. Se salva que soy un caballero sumamente honrado. Estaba un poco triste, por una situación de su hijo. Su hijo se intereso por la poesía. ¡Por Dios! Como no le vas a permitir a un hijo que haga lo que más le guste. Tuve que darle un consejo, que supe que era para bien. Si fuera algo malo, pero ¿poesía? ¿Qué tal si llega algún día a ser un excelente poeta? Ahí si lo felicitaría y lo motivaría para sacarle ganancias. La poesía es excelente. Es cultura, es para personas cultas, expresar lo que sientes, se me pone la piel de gallina cuando hablo sobre la poesía. Para mi sorpresa me tope con un caro lleno de banderas. Y de inmediato supe que allí se encontraba una aventura más.
Encantador, Anto, una evolución notable en tu estilo, efectivamente.
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